La distancia es clave. La mejor forma de asegurarse de que su hijo puede oírle de forma correcta es situarse a 1,5 m de él cuando le hable. La comunicación a distancias superiores a esta “burbuja auditiva” (área próxima de audición) probablemente hará que pierda partes del mensaje.
En función del grado de pérdida auditiva del niño, la “burbuja auditiva” puede ser mayor o menor a 1,5 metros. Trate de saber a qué distancia su hijo es capaz de oírle con certeza y manténgala.
La voz del padre puede resultarle más fácil de oír y la “burbuja auditiva” será mayor o menor en función de las características vocales del familiar. Es el niño quien debe responderle cuando usted esté dentro de su “burbuja auditiva”.
A medida que crezca, su hijo deberá reconocer las distancias auditivas fundamentales en entornos con varios niveles de ruido. Su hijo deberá aprender a asumir la responsabilidad de adaptarse a distintos oradores y a condiciones auditivas muy diversas.
Los audífonos ofrecen mejores resultados en situaciones auditivas cercanas y silenciosas. Hablarle desde el otro extremo de una habitación o a una distancia desde el exterior resultará frustrante tanto para usted como para su hijo, a menos que realice las adaptaciones necesarias para asegurarse de que capta el mensaje
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