El tono resulta de la intervención de los músculos laríngeos en la tensión voluntaria de las cuerdas vocales para producir un número mayor o menor de vibraciones laríngeas.
Desde el punto de vista articulatorio, el tono depende básicamente de las cuerdas vocales: de su longitud, su grosor su tensión. De estos tres factores, el hablante sólo puede modificar el tercero: durante la fonación, tensando más o menos las cuerdas vocales, variamos el tono fundamental de nuestra voz.
La frecuencia del fundamental depende, básicamente, de las vibraciones de las cuerdas vocales; pero, además, hay una serie de factores fonéticos que la condicionan:
1. Existe una relación entre la cualidad o el timbre de la vocal y la altura relativa de su frecuencia fundamental, de modo que las vocales más altas /[i], [e]) tienen un tono fundamental más elevado.
2. Las frecuencias fundamentales más altas aparecen después de las consonantes sordas, y las más bajas, tras las consonantes sonoras.
3. Además del tono fundamental, la duración y la intensidad también intervienen en la producción y la percepción de la entonación.
Según la utilización lingüística del tono, las lenguas se dividen en tonales y entonativas:
1. Las lenguas tonales utilizan los tonos para distinguir significados. Cumple, pues, una función distintiva en el léxico. Por ejemplo, el chino, el tailandés.
2. Las lenguas entonativas utilizan la sucesión de tonos, es decir, la curva melódica de la entonación, no ya para distinguir significados léxicos, sino para modificar significaciones secundarias (expresividad, intencionalidad, etc.). Cumple, pues, una función expresiva en la frase. A este tipo de lenguas pertenecen todas las románicas.
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